De curriculums sin Vitae
Bueno, es definitivo, hoy me voy a Italia a trabajar, a ampliar mi currículum vitae, y la verdad es que lo necesito porque mi experiencia laboral no ha sido del todo satisfactoria. Mi primer trabajo fue en 1978 como bigote de Groucho Marx, y la verdad es que asistí a las mejores cenas, rocé las mejores narices pero el humo del puro me tenía cansado así que lo dejé. En 1982 nací y poco después comencé a trabajar de molde para tazas de desayuno, con tres meses me sentaban en una silla de bebé y dejaban caer sobre mi cabecita calva una masa de barro que al enfriarse formaba un bonito tazón o a veces una ensaladera. Gracias a las orejas se podían hacer las asas. Mi tío aprovechó la situación y pensó que quizás también podía utilizar mi cabeza para hacer zumo de sandía, así que cada dos o tres días exprimían con mi cráneo el zumo de varias sandias que al caer por mi cara también servían para alimentarme. Con el tiempo aprendí a valerme por mismo, y aunque los estudios ocupaban todo mi tiempo tuve varios trabajos más como doble de Naomi Campbell en las escenas de riesgo, autostopista, o una familia que me contrató para comprobar, arrojándome dentro de la olla, si el agua de la sopa estaba caliente, en función de los gritos decidían. Con ya 16 años vi ante mí un mundo nuevo de numerosas posibilidades, pero fue igualmente difícil, en 1997 trabajé como fisioterapeuta de Prosinescki* pero era un trabajo muy duro y requería estar despierto las 24 horas del día así que decidí que era mejor montar mi propio negocio: Mímica para ciegos. No tuvo éxito y a pesar de los dos años en la escuela de teatro mi potencial como mimo nunca gustó y ningún de los clientes me llegó a aplaudir jamás, ni si quiera se dignaban a decirme adiós cuando me marchaba en silencio hacia la puerta, triste y desconsolado. Con el tiempo busqué trabajos temporales que me ocuparan poco tiempo, pero también fracasaba, fui contratado por la humanidad para ser señalado como culpable en caso de que se produjera el efecto 2000 pero ni eso me salió bien, porque no ocurrió nada así que decidieron no pagarme. Con veintitrés años trabajé junto con otros diez amigos como bolo en una bolera del centro de Madrid, y el año pasado fui gallo de peleas durante un par de meses, pero siempre perdía. Lo sé, debo seguir luchando y encontrar mi lugar. He tratado de crear mis propias ideas como el año que abrí una galería de arte con esculturas echas de mocos, o cuando me ofrecí para interpretar el papel de Mary en la película Algo pasa con Mary. Nunca he tenido éxito. Una vez fui a que un futurólogo me echara las cartas pero al darle la vuelta a la primera de ellas salió el joker señalándome con el dedo y riéndose de mi. Me levanté y me fui. Espero que esta vez sea diferente. Es un restaurante, no puede ser muy difícil, y Giu y Mireia me ayudarán. Es una nueva etapa. Otros lo han conseguido. Pronto sabréis que tal me ha ido en este nuevo trabajo, esta nueva etapa de mi vida.
Bueno, es definitivo, hoy me voy a Italia a trabajar, a ampliar mi currículum vitae, y la verdad es que lo necesito porque mi experiencia laboral no ha sido del todo satisfactoria. Mi primer trabajo fue en 1978 como bigote de Groucho Marx, y la verdad es que asistí a las mejores cenas, rocé las mejores narices pero el humo del puro me tenía cansado así que lo dejé. En 1982 nací y poco después comencé a trabajar de molde para tazas de desayuno, con tres meses me sentaban en una silla de bebé y dejaban caer sobre mi cabecita calva una masa de barro que al enfriarse formaba un bonito tazón o a veces una ensaladera. Gracias a las orejas se podían hacer las asas. Mi tío aprovechó la situación y pensó que quizás también podía utilizar mi cabeza para hacer zumo de sandía, así que cada dos o tres días exprimían con mi cráneo el zumo de varias sandias que al caer por mi cara también servían para alimentarme. Con el tiempo aprendí a valerme por mismo, y aunque los estudios ocupaban todo mi tiempo tuve varios trabajos más como doble de Naomi Campbell en las escenas de riesgo, autostopista, o una familia que me contrató para comprobar, arrojándome dentro de la olla, si el agua de la sopa estaba caliente, en función de los gritos decidían. Con ya 16 años vi ante mí un mundo nuevo de numerosas posibilidades, pero fue igualmente difícil, en 1997 trabajé como fisioterapeuta de Prosinescki* pero era un trabajo muy duro y requería estar despierto las 24 horas del día así que decidí que era mejor montar mi propio negocio: Mímica para ciegos. No tuvo éxito y a pesar de los dos años en la escuela de teatro mi potencial como mimo nunca gustó y ningún de los clientes me llegó a aplaudir jamás, ni si quiera se dignaban a decirme adiós cuando me marchaba en silencio hacia la puerta, triste y desconsolado. Con el tiempo busqué trabajos temporales que me ocuparan poco tiempo, pero también fracasaba, fui contratado por la humanidad para ser señalado como culpable en caso de que se produjera el efecto 2000 pero ni eso me salió bien, porque no ocurrió nada así que decidieron no pagarme. Con veintitrés años trabajé junto con otros diez amigos como bolo en una bolera del centro de Madrid, y el año pasado fui gallo de peleas durante un par de meses, pero siempre perdía. Lo sé, debo seguir luchando y encontrar mi lugar. He tratado de crear mis propias ideas como el año que abrí una galería de arte con esculturas echas de mocos, o cuando me ofrecí para interpretar el papel de Mary en la película Algo pasa con Mary. Nunca he tenido éxito. Una vez fui a que un futurólogo me echara las cartas pero al darle la vuelta a la primera de ellas salió el joker señalándome con el dedo y riéndose de mi. Me levanté y me fui. Espero que esta vez sea diferente. Es un restaurante, no puede ser muy difícil, y Giu y Mireia me ayudarán. Es una nueva etapa. Otros lo han conseguido. Pronto sabréis que tal me ha ido en este nuevo trabajo, esta nueva etapa de mi vida.
Dedicado a Martín. Felicidades por tu nuevo gran trabajo.
Y por todas las experiencias que vas a vivir gracias a él
Lo mereces amigo.
Chema
28/07/08
Chema
28/07/08
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