Estudiar italiano
Uno, due, tre, quattro, cinque, ... y asi hasta el mil. Me ha costado aprendérmelos pero si quiero ir a trabajar a Italia este verano tengo que seguir estudiando el idioma, aunque sería divertido que me pidan un pollo con patatas y yo les sirva un plato de tornillos. Ventuno, ventidue, ventitre ventiquattro... los números, en todo el mundo, son graciosos, el ocho parece que lo haya inventado un matemático de borrachera. El resto sigue un patrón lógico, líneas redondas o rectas pero continuas desde el 1 al 7, y salvo el palito central del 7 (que aquí no se aprecia) nada se salía de lo normal, pero entonces llega el 8 y dos barrigas graciosas se cruzan para formar un número. El ocho no es tan simpático como el 23 o el 0, el 8 es peculiar, distinto, casi diría que esconde algo, un mapa o un punto en algún lugar donde está enterrado el cuerpo de cristo o un barco de oro. Pero eso se escapa a mis ojos, lo de descifrar enigmas os lo dejo a vosotros. Cento, Centodieci, centoventi, centotrenta, centoquaranta... aprender italiano es divertido, te sale el acento solo, aunque no quieras, acabas hablando como si la mafia corriera detrás tuya o Del Piero tratara de venderte un reloj, sobre todo cuando te pasas el día básicamente haciendo eso. Vamos, que sueno como un idiota, o como decía la prima de Santo, a un chino tratando de hablar italiano. (Silencio y cara niño enfadado) Quattrocento, cinquecento, seicento, settecento, Ahora tengo que hacerme la cena y mi cuerpo solo pide pizza, pizza carbonara, pizza calabresa, pizza a los cuatro quesos, ¿por qué será? Mi mente solo repite Io sono chema, pero yo ya no lo tengo claro.
5/07/08
Chema
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